Por razones que no vendría al caso comentar, procuro no poner un pie en un banco.
Pero ora sí viene al caso comentar, así que me diré procuro no ir a los bancos porque no me gustan las filas. Y me gustan menos las actitudes de “perdonavidas” de los cajeros, esas de que parece que te están haciendo el favor de atenderte.
Y si me ve forzado a poner un pie en una sucursal bancaria, asumo que debo ir armado de tolerancia, paciencia y otras artes mayores del espíritu. Pero aún así se llega a topar uno con el personal bancario que no tiene ganas de trabajar o sólo tiene deseos de fastidiar. ¿Ayudar al cliente? Nel. Mejor hacerle la vida de cuadritos.
No importa la ciudad ni la institución. Hay días en que se levantan mala actitud. ¡Qué se le va a hacer!
Aunque algo tendrán que hacer si quieren conservar su chamba.
Lo digo porque acabo de leer que en Wall Street —que es La Meca bancaria y financiera del planeta— ya empiezan a probar a robots para ejecutar operaciones que todavía realizan los seres humanos. Más aún: las grandes firmas como JPMorgan, Goldman Sachs y Citigroup están automatizando procesos. Y pensando en eliminar plazas laborales.
El cálculo es que en cinco años, un 30 por ciento de los empleos bancarios pueden desaparecer. Que no es cualquier cosa, porque de cada tres empleos sobrevivirían dos.
Una buena razón para el personal bancario para hacer que su trabajo sea indispensable. Pero eso no se logra con malas caras. La próxima vez que vaya a la sucursal 0561 de Bancomer se los contaré.