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El uruguayo Mauro Costa-Mattioli, quien dirige el Centro de Investigación del Cerebro en la Facultad de Medicina de Baylor en Estados Unidos, logró frenar el autismo en animales de laboratorio aplicándoles una bacteria presente en la leche materna humana.
Se trata de la bacteria Lactobacillus reuteri, la cual promueve la producción de oxitocina, una hormona que juega un papel crucial en el comportamiento social. La oxitocina también es clave en el desarrollo del apego entre las madres y los bebés recién nacidos.
Durante el estudio se suministró la bacteria a ratones de laboratorio «asociales» descubriendo que esta es capaz de revertir el comportamiento anómalo de los animales haciendo que se relacionaran con normalidad, situación que abre la posibilidad para la creación de nuevos tratamientos contra el autismo.