Es común que las personas que beben de más también sean fumadores compulsivos, esto se debe a que su organismo descompone rápidamente la nicotina anulando el efecto del alcaloide.
Un estudio realizado por el Instituto Oncológico Roswell Park, en Nueva York señala que el alcohol acelera la descomposición de la nicotina, por lo que los bebedores no se dan cuenta de cuántos cigarrillos han fumado.
Pero cuando las personas dejan de beber alcohol, el organismo se ralentiza haciendo que la nicotina se quede en el organismo durante más tiempo, logrando que el fumador baje el consumo de tabaco.
Este descubrimiento podría tener implicaciones importantes para la comprensión de la conducta del tabaquismo, y para mejorar las intervenciones de cesación del tabaquismo entre las personas que beben alcohol de forma empedernida.