Jorge Ariel Torres Castillo es un científico de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) que recientemente patentó un método para la generación de recubrimientos en base a quitosano mezclado con agentes microbiológicos integrados, para proteger a las semillas en el momento en que son depositadas en el suelo.
El doctor Jorge Ariel Torres Castillo explica que se trata de un polímero que tiene muchas aplicaciones en agricultura, medicina, en la industria de los alimentos, así como en nanomateriales.
“Específicamente lo que hicimos fue un recubrimiento para proteger a las semillas de interés agrícola, que en este caso eran frijol y maíz, para que al momento que llegan al suelo no sean susceptibles al ataque de plagas o enfermedades. El biopolímero se puede aplicar a otro tipo de semillas”.
Para crear el recubrimiento, el trabajo consistió en la integración de microorganismos benéficos, entre ellos algunos hongos, mezclados con el quitosano obtenido de insectos. Este último es considerado un polímero biodegradable, no daña a la planta, y tiene efectos inhibitorios sobre ciertos organismos que son patógenos potenciales de la planta.
“La patente que se desarrolló está vinculada a un proceso de extracción de quitosano de insectos, el cual puede tener diversas aplicaciones como recubrimiento, por ejemplo, de fibras, en pinturas, en metales e incluso alimentos”.
Torres Castillo es doctor en ciencias con especialidad de Biotecnología de Plantas del Cinvestav, Unidad Irapuato. Actualmente está adscrito al Instituto de Ecología Aplicada de la UAT.
Por el proyecto “Formulación de recubrimientos a partir de quitosano obtenidos de plagas agrícolas y hongos filamentosos”, el especialista recibió en diciembre de 2018 el Premio en Ciencias “Gral. y Lic. Bernardo López García”, en la categoría Investigación de Excelencia, entregado por la UAT.
Por otra parte, el doctor Torres Castillo señala que el proyecto permitió igualmente explorar a un insecto, llamado Chiva del Encino (Pterophylla beltraniy), para la extracción de quitosano y otros antioxidantes que podrían tener distintas aplicaciones.
El insecto cuenta con altas cantidades de proteína por lo que se plantean la posibilidad de usarlo como alimento potencial para codornices y en acuacultura, incluso para mejorar la alimentación en seres humanos.
“La idea es diseñar prototipos de alimentos suplementados con este insecto que es muy rico en antioxidantes, y queremos incorporarlo en una bebida, en una galleta y en una tortilla”, reitera el biotecnólogo Torres Castillo.
Tomado de Agencia ID