Ayer fue uno de esos días en que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, seguramente estaba de buen humor. Por la mañana le espetó una porra a Hugo López-Gatell, subsecretario de Promoción y Prevención de la Salud y luego tarareó al ex director de Pemex, aquello de ¿quién pompo, quién pompó, reformita quién pompó? en referencia a la extradición de España de Emilio Lozoya y su participación en la reforma energética.
Nadie pone en duda que el mandatario tenga derecho a cantar, hacer bromas, llevarse las cosas con calma o recurrir a las porras, frases y canto para causar cautivar o causar molestia pero al fin de cuentas se trataba del cuestionamiento al trabajo de López-Gatell y de la corrupción en Petróleos Mexicanos son temas serios, o de la salud y la principal parestatal de México, por lo que podría esperarse declaraciones en datos, argumentos y acciones. En fin, cada quien su estilo y por tanto, la manera de decir quién se es.
