Advierto, no sin sorpresa, que hay una ola de cuestionamientos al hecho de que los partidos políticos han decidido postular a artistas y deportistas a cargos de elección popular. Por ahora, candidatos a diputados federales y senadores, pero en cuanto comiencen las campañas locales, también serán aspirantes a presidentes municipañes, síndicos, regidores y diputados locales.
También advierto que hay indignación porque hay políticos que ahora aparecen como candidatos de un partido político distinto al que lo postuló a otro encargo público.
Ambos fenómenos han estado presentes en la política mexicana desde hace mucho tiempo.
El arriba firmante recuerda perfectamente que el futbolista Carlos Hermosillo Goytortúa fue candidato a diputado federal por el PAN. O que el andarín Bernardo Segura fue diputado federal por el PRD. O que la clavadista Tatiana Ortiz fue regidora del ayuntamiento de Tlalnepantla. Y que el clavadista Carlos Girón quiso ser jefe delegacional en la Ciudad de México por la vía independiente.
También evoco la época en la que los actores Ignacio López Tarso o Julio Alemán fueron legisladores federales, lo mismo que las actrices Lilia Aragón y María Rojo.
Ejemplos sobran. ¿Cuál es la sorpresa?
Y de los cambios de partido, ni hablar. Mientras duró el sistema político monolítico del priismo no había opción. Hoy que todos los partidos tienen posibilidades de ganar una elección, los que fueron priistas se vuelven perredistas, los que militaron en el PAN se postulan por Morena, los petistas hacen lo mismo y los del Panal, del PES y de todos los membretes habidos y por haber.
¿Por qué la indignación? ¿No decían que el ciudadano vota ahora por candidatos y no por partidos? ¿Dónde queda la confianza en el criterio de los ciudadanos de a pie? ¿A poco creen que el ciudadano es tonto?
