Científicos de Harvard descubren cómo tratar el dolor de la endometriosis

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El dolor que provoca la endometriosis se explica, en buena parte, por la comunicación entre los receptores del dolor y los macrófagos, unos glóbulos blancos expertos en destruir microorganismos, según un estudio hecho en ratones hembra y muestras humanas que publica este miércoles la revista Science Translational Medicine. Cuatro fármacos aprobados en Estados Unidos para la prevención y el tratamiento de la migraña alivian los síntomas en los roedores, y se postulan como potenciales nuevos tratamientos de la endometriosis en mujeres. Tres de ellos se comercializan actualmente en España.

Un estudio en ratones revela el potencial de cuatro fármacos ya aprobados.

“Bloquear la comunicación neuroinmune (entre receptores del dolor y el macrófagos) podría ser una aproximación no hormonal y no opioide innovadora para tratar la endometriosis”, apuntan los investigadores en el artículo científico. “Nuestros datos sugieren que el tratamiento [con cualquiera de los cuatro fármacos] puede encoger las lesiones y reducir el dolor”, explica a La Vanguardia Michael Rogers, profesor asociado de la Harvard Medical School e investigador del Boston Children’s Hospital, que ha participado en el artículo.

La enfermedad, que se calcula que afecta como mínimo al 10% de las mujeres en edad reproductiva, no tiene un tratamiento efectivo en muchos casos. Lo más común es administrar ibuprofeno, analgésicos u hormonas, pero un buen número de pacientes no responde a ellos, con lo que, en ocasiones, el dolor se acaba tratando de forma crónica con opioides.

Los fármacos antimigraña testeados en esta nueva investigación, cuya seguridad ya se ha estudiado anteriormente, y que cuentan con el visto bueno de varias agencias reguladoras, abren la posibilidad de un nuevo abordaje terapéutico para la endometriosis. “Si los ensayos con personas son exitosos, esto podría mejorar dramáticamente la vida de un gran número de mujeres que padecen la enfermedad”, explica Rogers.

Estas pruebas en mujeres son el siguiente paso en la investigación. Sin embargo, advierte el investigador de Harvard, aún queda algo lejos. “No estamos trabajando en ningún ensayo clínico […] y tampoco tenemos constancia de que haya ninguno en marcha”, explica, “hemos hablado con gente que produce este tipo de medicamentos, y esperamos que nuestro trabajo lleve a ensayos clínicos en breve”.

Los investigadores han caracterizado el proceso por el cual la endometriosis se agrava y genera dolor

La clave del descubrimiento es el movimiento de un péptido llamado CGRP. Se trata de un tipo de molécula formada por unos pocos aminoácidos, que algunos receptores de dolor de nuestro cuerpo liberan al recibir un estímulo nocivo. Los investigadores han hallado restos de estos péptidos en las lesiones causadas por la endometriosis, tanto en muestras de mujeres como de ratones hembra, lo que les ha llevado a hipotetizar que la molécula podría tener un papel destacado en la enfermedad.

Los experimentos en ratones hembra han revelado que aquellas que sufren endometriosis producen una mayor cantidad de CGRP que las que no la padecen. También que los macrófagos, unos glóbulos blancos expertos en destruir microorganismos peligrosos para nuestro cuerpo, tienen unos receptores en su superficie que pueden atrapar al péptido en cuestión. Si eso ocurre, la naturaleza del macrófago cambia, y adopta unas características que favorecen el crecimiento, en tamaño y número, de las lesiones provocadas por la endometriosis. En consecuencia, el dolor aumenta.

Es decir, que la endometriosis favorece la liberación de unas moléculas que, al interactuar con el sistema inmune, aumentan la cantidad y seriedad de las lesiones provocadas por la propia enfermedad. Para romper esta especie de círculo vicioso, pues, parece clave interrumpir la comunicación entre receptores del dolor y sistema inmune, y eso es algo que ya hacen varios medicamentos aprobados para tratar la migraña, que sigue algunos mecanismos de acción similares.

Los cuatro fármacos que han testeado han arrojado resultados positivos: todos ellos redujeron el dolor de los roedores y uno, el único no aprobado en España, también disminuyó el tamaño de las lesiones. El número, sin embargo, se mantuvo constante.

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