Investigadores del Instituto de Neurociencia y Fisiología de la Universidad de Gotemburgo estudiaron cómo el cerebro reacciona a las caricias.
A voluntarios se les monitoreó para medir los flujos sanguíneos en su cerebro mientras eran acariciados.
El cerebro reacciona con más intensidad a los movimientos lentos. Lo sorprendente fue cuando los voluntarios tuvieron la misma reacción al observar videos de otra persona que era acariciada.
Esto significa que nuestro cerebro está programado de manera que podemos sentir y procesar las sensaciones de otras personas.