Ya llevamos varias semanas en el Valle de Toluca con calidad del aire regular, a diferencia de la condición de mala que tuvimos meses atrás. Pero los contaminantes que más abundan son las partículas menores a 2.5 micras y 10 micras, o ultrafinas y finas, que provienen del transporte público, las fábricas, la quema de residuos agrícolas y otros materiales orgánicos; las actividades de construcción y fenómenos naturales como incendios forestales.
A esto hay que agregarle el uso de productos químicos, el tabaco, y el polvo doméstico que, obviamente tienen efectos graves en la salud humana. Y pasa que hacer algo no es una prioridad por la falta de conciencia de los responsables y en ello de los intereses políticos y económicos que priorizan la rentabilidad sobre la salud pública; a la vez, que no hay regulaciones ambientales suficientes o no se aplican de manera efectiva; que faltan datos y estudios para que se advierta de la situación real y la urgencia de invertir en tecnología no contaminantes.
No podemos quedarnos viendo la contaminación de la ciudad; se deben aplicar normas, sanciones y multas y monitorear. Las partículas en el ambiente están afectando a la población en enfermedades respiratorias como el asma, bronquitis y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica; está el riesgo de padecimientos cardiovasculares, incluyendo ataques cardíacos y derrames cerebrales; que en los niños se afecte su desarrollo pulmonar, y se reduzca la visibilidad del entorno. Abordar la contaminación por partículas es crucial para proteger la salud pública presente para quienes hoy vivimos y las generaciones futuras.