Como de segunda

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Vivimos desde hace años en medio de un problema estacional de contaminación que no ha sido atendido.

O sí, porque existe desde 1997 el programa Aire Limpio para el Valle de Toluca, pero en vez de mejorar la calidad del aire o de revertir las condiciones de contaminación ambiental, día tras día empeoran.

Igual que hace muchas décadas en la Ciudad de México, se asegura que se trata de un asunto producto del frío invernal, de las inversiones térmicas, de los polvos arrastrados desde las zonas rurales, de la deforestación, de la actividad humana.

Y sí, lo más seguro es que así sea: que todas y cada uno de esos elementos se conjunten para que la calidad del aire sea más que pésima.

Aerosoles, polvos, metales, combustión, bacterias, virus, hongos y polen, todos están presentes en el aire del valle de Toluca. Los respiramos día con día.

Pero lo grave es que la calidad del aire en la Ciudad de México es mejor que la del Valle de Toluca. Que el aire de la provincia del Matlazinco está más sucio que la de la urbe más grande del mundo, con todo y los 20 millones de habitantes de la Zopna Metropolitana del Valle de México, sus cientos de miles de automóviles en circulación, las docenas de zonas industriales y comerciales, su condición geográfica de hondonada…

Con un agravante para la salud de los habitantes del Valle de Toluca: no existe una Comisión Ambiental como la de la Megalópolis, no existen los reportes de contaminación en tiempo real, no hay alertas a la población sobre los peligros para su salud si hace ejercicio, no hay acciones gubernamentales para suspender obras, aligerar el tránsito o castigar a quienes contaminan.

Frente a los habitantes de la Megalópolis, somos como de segunda…

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