Científicos de centros y organismos científicos de China, Estados Unidos, Canadá y Escocia han descubierto un fósil de una tortuga que vivió hace 228 millones de años y que no tenía caparazón pero sí, en cambio, pico desdentado. Este hallazgo arroja luz sobre cómo las tortugas modernas desarrollaron estos rasgos y aclara su origen y evolución, esto de acuerdo con el portal de ciencia y tecnología, Agencia ID.
La especie ahora descubierta presenta un cuerpo con forma de disco volador cuyas anchas costillas no habían crecido hasta formar un caparazón como el que presentan las tortugas hoy en día. Medía más de seis pies de largo y la parte anterior de las mandíbulas se convertía en un extraño pico, según describe el paleontólogo Olivier Rieppel, del Museo Field de Historia Natural, de Chicago, y uno de los autores del estudio. Además, probablemente vivió en aguas poco profundas y cavó en el barro para obtener comida.
La nueva especie, bautizada como ‘Eorhynchochelys sinensis’ y encontrada en China por el autor principal del estudio, Li Chun, del Instituto de Paleontología y Paleoantropología de Vertebrados de China, no es el único tipo de tortuga temprana que los científicos descubrieron: hay otra tortuga temprana, pero que sí presenta un caparazón, parcial, y no tenía pico.
Hasta el momento, no está claro cómo encajan todas las tortugas en el árbol genealógico de los reptiles. “El origen de las tortugas ha sido un problema sin resolver en la paleontología durante muchas décadas –recuerda Rieppel–. Ahora, con ‘Eorhynchochelys’, cómo evolucionaron las tortugas se ha vuelto mucho más claro”.
El hecho de que ‘Eorhynchochelys’ desarrollara un pico antes que otras tortugas tempranas, pero no tenía caparazón, es evidencia de la evolución en mosaico: la idea de que los rasgos pueden evolucionar independientemente uno del otro y a un ritmo diferente, y que no todas las especies ancestrales tienen la misma combinación de estos rasgos.
Las tortugas modernas tienen caparazones y picos, pero el camino de la evolución para llegar hasta ahí no fue en línea recta. Algunos parientes de tortugas obtuvieron conchas parciales mientras que otros obtuvieron picos, y finalmente, las mutaciones genéticas que crean estos rasgos tuvieron lugar en el mismo animal.
“Este fósil impresionantemente grande es un descubrimiento muy emocionante que nos da otra pieza en el rompecabezas de la evolución de la tortuga”, asegura Nick Fraser, autor del estudio de Museos Nacionales de Escocia, pues a su juicio muestra que la evolución temprana de las tortugas no era una acumulación sencilla y paso a paso de rasgos únicos, sino que era una serie mucho más compleja de eventos que apenas están comenzando a desentrañar.
Los detalles finos en el cráneo de ‘Eorhynchochelys’ resolvieron otro misterio de evolución de las tortugas. Durante años, los científicos no estaban seguros de si los antepasados de las tortugas formaban parte del mismo grupo de reptiles que los lagartos y serpientes modernos (los diápsidos, que al principio de su evolución tenían dos agujeros en los costados de sus cráneos) o si eran anápsidos que carecían de estas aberturas.
El cráneo de ‘Eorhynchochelys’ muestra signos de que era un diápsido. “Con el cráneo de diáfisis de ‘Eorhynchochelys’, sabemos que las tortugas no están relacionadas con reptiles anápsidos tempranos, sino que están relacionadas con reptiles diápsidos evolutivamente más avanzados”, explica Rieppel, que concluye que “esto está consolidado” y, por tanto, “el debate ha terminado”.
Los autores del estudio comentan que sus hallazgos cambiarán la forma en que los científicos piensan sobre esta rama de los animales. “Eorhynchochelys’ hace que el árbol genealógico de las tortugas tenga sentido”, manifiesta.