Autoridades de transporte y medio ambiente van y vienen y no hay supervisión de las unidades contaminantes en la calle. Son autos particulares, vehículos del transporte público de pasajeros y camiones pesados que expulsan los gases de dióxido de carbono, monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles pero como nadie les dice nada, lo siguen haciendo. Y desde luego se halla la irresponsabilidad de los conductores y choferes de no revisar el estado de las unidades o no reportarlo para que se atendido.
La contaminación y/o exposición prolongada a los contaminantes del aire puede aumentar el riesgo de problemas respiratorios, como asma y bronquitis, al igual que enfermedades cardiovasculares. Además, algunos de estos contaminantes pudieran ir más allá al ser cancerígenos o contribuir al desarrollo de cáncer de pulmón. Lo anterior pasa también con las partículas menores a diez micras o 2.5 micras, provenientes en parte de la quema de gasolina y diesel, ocasionando una mortalidad anual por cáncer de pulmón en el mundo de más de un millón y medio de pacientes, según la UNAM y el Instituto Nacional de Cancerología.
Sí son necesarios vehículos más limpios y eficientes, como los eléctricos o híbridos, promover el uso del transporte público y fomentar el uso de combustibles más limpios, pero se puede avanzar con prácticas más simples como verificar y corregir las emisiones de los vehículos y conducir a velocidades moderadas, evitar aceleraciones y frenados bruscos y apagar el motor en paradas prolongadas.