Pasó la primera declaratoria de emergencia ambiental en el Valle de Toluca y el resultado es la actitud negligente en algunos sectores, grupos e individuos de la población que no atendieron a las medidas.
¿Qué le costaba por ejemplo, a los de las festividades religiosas suspender el lanzamiento de cohetes?, ¿a particulares que se pusieron a asar carne a cocinarla de otra manera?, ¿en el transporte público acaso dejaron de circular unidades?
Nuestra actitud nos define y sanciona. Si tenemos el aire como está, sucio, no es por otra cosa que por irresponsabilidad y ausencia de compromiso con el entorno.
Gobierno, iniciativa privada y sociedad civil tenemos que asumir el control de nuestros sistemas y actos en la movilidad urbana, en la disposición y aprovechamiento de recursos naturales, así como en la prevención y atención a emergencias cuando se nos pide.
No podemos seguir sin un plan formal, eficiente y punitivo y el medio ambiente va más allá de nuestras limitantes políticas, socio-económicas y religiosas. Es el lugar donde vivimos.
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