Ya entró en operación el nuevo sistema anticorrupción en México sin un fiscal a cargo pero no por falta de propuestas sino de desacuerdo entre los legisladores.
El Comité ciudadano que acompañaría este proceso entregó en tiempo y forma su lista de candidatos con base en la experiencia académica y profesional de combate a la corrupción así como de visión y misión de trabajo.
¿Qué hace entonces que los senadores de la república le pongan peros a los nombres sugeridos?, ¿quieren que se designe a un familiar, amigo, conocido o al menos alineado que proteja o convenga a sus intereses políticos e incluso personales?. O, ¿están a la espera de que alguien de más rango les diga lo que tienen que hacer?
El que nada debe, nada teme. La corrupción tiene que ser castigada: con cárcel y obligando a regresar lo robado. Por otro lado, requerimos acciones inmediatas y contundentes empezando por frenar la impunidad hacia sujetos como el exgobernador de Veracruz, Javier Duarte, que hoy por hoy está siendo un ejemplo del colapso del sistema de justicia.
La corrupción es la desgracia de México. Y los senadores aparentan protegerla empezando por el nombramiento del primer fiscal.
