Credibilidad periodística

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Bastó un día y concretamente, retuitear un mensaje en redes sociales, para que un periodista de medios de referencia de la capital del país viera vapuleada su credibilidad. Se atrevió a difundir un texto que incita implícitamente a la violencia en contra de un candidato presidencial.

A más de ello, en su acción llamó “chairos” a los convocantes, es decir, el modo despectivo como se denomina a los seguidores de ideología de izquierda. La agresión es, además, vía homicidio.

Ricardo Alemán borró su mensaje y quiso disculparse a través de un video pero ya era tarde. El espacio virtual se había abarrotado de críticas en su contra. ¿Y cómo sería de otra manera?, si se dio al traste al valor genuino del periodismo que es informar.

El hoy acusado no solo evitó informar y lo que esto implica, u opinar como suele hacerlo en su columna y programas televisivos. Dejó entrever la falta de autonomía profesional, de ausencia de tolerancia y respeto personal.

Actuó más a favor de sus intereses particulares o lo que es igual, como un periodista militante cuando la máxima es clara: la credibilidad es muy difícil de ganar pero muy fácil de perder.

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