Credulidad

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Ignoro dónde hayan cursado mis cuatro lectores sus estudios. El arriba firmante es hijo de la educación pública de toda la vida. Puras escuelas de esas que llamábamos “de gobierno”.

Y desde que era un chilpayate aprendí en mi educación pública que los terremotos, sismos, seísmos, temblores o como ustedes gusten llamar a los movimientos telúricos, eran imposibles de predecir. Lo debo haber aprendido en lo que antes se llamaba parvulitos, que es como entre primero y tercero de primaria.

Así que no deja de sorprenderme la credulidad de la gente, que sigue creyendo que los temblores se pueden predecir o pronosticar. Y que siguen preguntando: “¿va a temblar mañana?”, “me dijo un vecino que dijeron que va a haber un sismo entre las 10 de la noche y la una de la mañana, ¿es cierto?”. Y aunque les digas que no es posible predecir un temblor, se quedan con la duda.

Peor aún, los que creen lo que dicen algunos charlatanes en internet, que aseguran que conocen hora y fecha de futuros sísmos. Con la facilidad de comunicación que dan las redes sociales, los farsantes publican mentiras contumaces y a pesar de quedar en evidencia una y otra vez, hay personas que se mantienen pendientes de sus publicaciones… seguramente esperando el momento en que acierten. O reconozcan que sólo son unos mitómanos. O que lo hacen con toda la intención de dañar.

Eso sí, creer y confiar en las fuentes oficiales, es casi como pedir un milagro.

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