De la elección

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He leído y escuchado toda clase de explicaciones a los resultados de la elección del domingo. Sobre todo las que apuntan a descalificar el resultado como un «fraude electoral».

Porque para nuestra mala fortuna, el fraude, la trampa, se han quedado en el imaginario colectivo. Por eso es que recurrimos a métodos para confiar en los comicios como la tinta indeleble, aunque luego digamos que se borra; le colocamos 25 distintos candados de seguridad a la credencial para votar; llevamos nuestro marcador para cruzar la boleta, porque es fama que los crayones se borran; le colocamos docenas de medidas de seguridad ultra secretas a la boleta; sorteamos a los funcionarios de casilla, los partidos envían a sus representantes a las casillas para que se cuiden las manos los unos a los otros… Y con esta lista podría seguir durante un buen trecho.

Pero al final, desconfiamos.

Nadie acepta la sencilla explicación de que a casi dos millones de ciudadanos comunes y corrientes los convenció el candidato del PRI, por quién sabe qué razones.

Es la explicación más simple, pero también la más difícil de entender.

Porque las encuestas decían que Delfina Gómez y Morena tenían la elección en el bolsillo. O que sería una elección muy reñida. Y se equivocaron, porque aunque el resultado es muy cerrado, le favorece a Alfredo del Mazo.

Hay quien se pregunta, por qué si Delfina Gómez ganó en Ecatepec, Tultitlán, Tecámac, Texcoco y muchos distritos más, no ganó la elección. Sólo diré que el “voto verde” fue el artífice del virtrual triunfo de Alfredo del Mazo. Y pondré un solo ejemplo: el distrito con mayor cantidad de votos para Morena hasta ahora es Texcoco, con 72 mil 19 votos. El distrito con mayor cantidad de votos para el PRI es Valle de Bravo, con 82 mil 77 sufragios.

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