Ahora sí, habemus candidatas.
Ya las aspirantes a la gubernatura del estado de México quedaron debidamente registradas. Lo que viene a continuación es la competencia. Como quien dice, un “tête à tête”, un mano a mano, cara a cara, uno contra uno, face to face, vis à vis… o lo que corresponda en el idioma que uno venga manejando. Es decir, un tiro electoral.
Si uno pensara —el arriba firmante de vez en cuando práctica el sano ejercicio mental, aunque no se le note demasiado— en emular esta confrontación con un encuentro máscara contra máscara, cabellera contra cabellera, con toda seguridad será una pelea limpia, técnica, con muchas llaves al estilo clásico de la lucha libre mexicana, con oropel y una cosa así de mucha altura…
Pero lo que es abajo del cuadrilátero, el arriba firmante sospecha que se van a dar hasta con la cubeta. Los clásicos “seconds” que se dan cita en las esquinas de las contendientes se van a dar hasta con la cubeta.
Ahora mismo, el intercambio de acusaciones acumula 130 y tantos expedientes en los que los partidos, la alianza y la coalición se acusan de tocho morocho.
Quejas y denuncias, delitos electorales, violencia política de género, más lo que se acumule en los próximos días, ya están en manos de las autoridades electorales.
Como ahora hay mapaches y alquimistas electorales en todos lados, hay acusaciones de turismo electoral, de hacer proselitismo, de hostigamiento contra promotores, de utilizar a menores de edad, de condicionar programas sociales, de prometer programas sociales, de utilizar actos públicos para hacer campaña, de promoción ilegal, de presión y acoso, entre otros comportamientos.
Los mamporros legales están de a peso. Y estamos a media semana de que inicien las campañas.
Ahora mismo es posible imaginar que tendremos una espiral de violencia verbal de muy padre y señor mío, que pasará por un cúmulo de acusaciones de enorme magnitud, que llegará a los tribunales y que probablemente pase de las palabras a los hechos. Es decir, a la riña pendenciera. Aunque dudo que las candidatas se despeinen, más allá de alguna floritura verbal, no demasiado agresiva, tampoco demasiado mesurada. Algo ni tan tan, ni muy muy, sino todo lo contrario. Mis inteligentes cuatro lectores entienden a lo que me refiero.
A pesar de que el encontronazo es inminente, puesto que se enfrentan dos proyectos de estado de México completamente distintos, seguramente no veremos a las candidatas incurrir en virulencia y violencia política de género. Eso quedará para sus coordinadores y operadores de campaña. Y para los bots y las granjas de trolls que casi con certeza van a pulular en las redes sociales.