Cuando el holandés Hans Lippershey diseñó su primer tubo con lentes, pocos imaginaban que aquel invento podría llegar tan lejos. Un astrónomo toscano, Galileo Galilei, decidió hacerse con uno de esos telescopios y apuntar a la Luna. Allí observó montañas y cráteres similares a los que podemos encontrar en la Tierra.

No contento con ello, en 1610 descubrió cuatro lunas de Júpiter que orbitaban alrededor del planeta más grande del sistema solar. Cuatro años después, su colega alemán Simon Marius —quien hizo observaciones parecidas— bautizó los objetos recién descubiertos con los nombres de Ío, Europa, Ganímedes y Calisto.
El hallazgo de los también conocidos como satélites galileanos apuntaló las ideas de Nicolás Copérnico, que había defendido que los planetas como la Tierra orbitaban alrededor del Sol. Desde entonces, los científicos han continuado observando Júpiter —gracias a misiones como Juno—, descubriendo que a su alrededor giran 67 lunas. El planeta es el mundo del sistema solar que cuenta con un mayor número de satélites.
Un equipo de astrónomos del Instituto Carnegie ha encontrado una docena de nuevas lunas de Júpiter, incluyendo un bicho raro que ha recibido el nombre de Valetudo. La denominación hace referencia a la bisnieta del dios Júpiter que, según la mitología clásica, era la diosa de la salud y de la higiene. Su descubrimiento amplía el número total de satélites jupiterianos hasta las 79 lunas, logrando una cifra récord.
El grupo de Scott S. Sheppard, que en el pasado saltó a los medios de comunicación por la búsqueda del hipotético noveno planeta del sistema solar, lleva años persiguiendo objetos distantes de nuestro vecindario cósmico.
Hace unos meses, mientras trataban de encontrar el misterioso mundo bautizado como Phattie, detectaron una serie de satélites girando alrededor de Júpiter que no se habían visto antes. «Nuestro estudio toma dos imágenes de la misma ubicación del cielo cerca de Júpiter separadas por unas pocas horas. Luego buscamos objetos que se han movido entre las dos fotografías», explica el astrónomo.
Así captaron dos fotografías en un intervalo de apenas una o dos horas y consiguieron detectar de forma directa una serie de cuerpos celestes que se movían a la velocidad conocida de Júpiter. La razón por la que estos satélites no se hubieran observado antes, comenta, se debe a que se trata de objetos «más pequeños y débiles» que las anteriores investigaciones no habían podido captar. Todos los cuerpos celestes se encuentran en las órbitas exteriores del gigante gaseoso.
El uso de una potente cámara —llamada Dark Energy Camera e instalada en el telescopio chileno de Víctor Blanco— ha permitido retratar estas nuevas lunas de Júpiter. Tras el hallazgo inicial en 2017, otro investigador del Centro de Planetas Menores de la Unión Astronómica Internacional (IAU, en inglés) calculó sus órbitas para confirmar el hallazgo.
Los satélites descubiertos cuentan con un tamaño de apenas unos kilómetros y, según los astrónomos, es posible que haya más de cien lunas girando alrededor de este planeta gaseoso con unas dimensiones iguales o superiores a un kilómetro. La enorme fuerza de atracción gravitatoria de Júpiter explica que este mundo sea capaz de capturar tantos objetos que se sitúan en sus proximidades, comenta Sheppard.
Su equipo, que ha descubierto entre otros a un verdadero satélite kamikaze, pretende observar otros planetas de nuestro entorno con el fin de detectar lunas que no habían podido ser observadas hasta la fecha, gracias a las posibilidades que ofrece el Observatorio Interamericano del Cerro Tololo, ubicado en Chile.