Familias respetuosas de la individualidad, con lazos fuertes de cooperacioìn sin estereotipos de geìnero y con reconocimiento a la dignidad de cada integrante mantienen la unidad en el grupo primario y en la sociedad, expresoì Josh Mendoza Rodriìguez, capacitador de los departamentos de Atencioìn a Grupos Susceptibles de Discriminacioìn y de Atencioìn a NinÞas, NinÞos y Adolescentes de la Comisioìn de Derechos Humanos del Estado de Meìxico (CODHEM) en la videoconferencia «Desintegracioìn Familiar y sus Consecuencias».
Mendoza Rodriìguez explicoì que la desintegracioìn familiar, cuando se quiebran las relaciones en la estructura de un grupo de personas, por la razoìn que sea, puede aumentar los escenarios que propician la violencia, incrementan el abuso y alientan la participacioìn en actos de delincuencia o de conflicto con la ley.
Quienes integran una familia, independientemente del tipo de familia del que se trate, aseguroì Josh Mendoza, pueden experimentar sentimientos de soledad, abandono e incertidumbre en caso de vivir un proceso de desintegracioìn con consecuencias negativas para el desarrollo emocional y afectivo de ninÞas, ninÞos y adolescentes, entre ellas, problemas psicoloìgicos, baja autoestima, ansiedad, depresioìn o estreìs postraumaìtico.
Asimismo, dijo, la desintegracioìn se refleja en casos de bajo desempenÞo acadeìmico, problemas de aprendizaje, repetir grados, experimentar desercioìn escolar o bajo rendimiento acadeìmico, presentar cambios de conducta, incorporarse a grupos delictivos o consumir drogas o alcohol.
La disolucioìn de las estructuras familiares, explicoì el capacitador, suele aumentar la violencia, el abuso y la delincuencia y las personas que integran una familia pueden experimentar soledad, abandono e incertidumbre, causados por procesos de divorcio, abandono del padre o la madre o de ambas figuras, muerte del progenitor o progenitora, migracioìn o desplazamiento forzoso, asiì como la pobreza.