Este viernes inicio de fin de semana tiene lugar el Día Internacional contra la Corrupción que, según Transparencia Internacional se define como “el abuso de poder para beneficio propio” y puede clasificarse en “corrupción a gran escala, menor y política, con base en la cantidad de fondos perdidos y el sector en el que se produzca”.
En México ya sabemos que hay mucha corrupción pero las más comunes son la política, la empresarial y la que tejen las redes del narcotráfico. Nuestra singularidad es que, como mexicanos, constantemente exigimos gobernantes honestos pero no pedimos castigo para quienes cometen actos corruptos. Es decir, los corruptos se quedan con el dinero y nosotros de paso lo aceptamos, lo mismo que sus familiares y amigos. No importa que incurrieron en delito; les regalamos incluso nuestra admiración y atenciones.
Simplemente ahorita con el gobierno federal actual hemos sabido de varios casos donde la corrupción puede estar presente pero no nos involucramos para exigir investigaciones, que se separe de su cargo a los inculpados mientras se les investiga o que vayan a la cárcel por su falta.
Es la impunidad la que hace que los casos de corrupción continúen. Para eso se requiere llamado de justicia de nuestra parte, que exista voluntad política y una política integral que atienda las causas de la corrupción.