Día de Muertos: de la tradición a la moda

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Las tradiciones y la cosmovisión desde antes de la llegada de los europeos al altiplano central poniente que hoy conocemos como valle de Toluca, seguían como en la gran mayoría de las culturas mesoamericanas un ritmo de vida marcado por la agricultura, y las celebraciones como los rituales giraron siempre en torno a la producción agrícola y por ende a la alimentación, incluso cuando algún miembro de las comunidades dejaba este plano.

El sentido de la tradición en torno al ciclo agrícola se mantuvo durante mucho tiempo, ya que es el fin del ciclo de abundancia, es el tiempo de la cosecha que pueden llevarse los difuntos para que les dure un año, y el momento idóneo para convivir con ellos.

Relacionar la muerte con el ciclo de las cosechas y el cambio de piel de la tierra, de lo verde a los seco y el desprendimiento del mismo, era relacionado con el descarnamiento o despellejamiento de la tierra para cambiar de piel en un nuevo ciclo, y el regreso de la abundancia.

Así, esperaban el regreso de los muertos, como regresa la lluvia, como regresa el sol, como regresa una nueva fruta o una nueva flor, y de acuerdo con la tradición, se ofrendaba a las visitas todo lo que la propia tierra brindaba, frutas de temporada, generalmente amarillentas, flores amarillas, naranjas y moradas tradicionales de la época, pero más importante, la nueva cosecha de maíz, con la que preparaban los alimentos, y la misma semilla que era colocada en los altares, pues sería llevada por los difuntos en su regreso para que tengan que alimentarse y les dure el año, si era alguna semilla del año pasado, tenía el riesgo de no durar.

Con la llegada de nuevas costumbres y tradiciones europeas, y la reducción drástica de la población originaria por las guerras, y principalmente por las nuevas enfermedades, el mimetismo y sincretismo forzado se dio al grado de olvidar los desollamientos en los ritos prehispánicos para convertirse en pan, en danzas, y en nuevos alimentos.

El sentido de la tradición en torno al ciclo agrícola se mantuvo durante mucho tiempo, ya que es el fin del ciclo de abundancia, es el tiempo de la cosecha que pueden llevarse los difuntos para que les dure un año, y el momento idóneo para convivir con ellos.

Sin embargo, el significado de esta tradición por el sincretismo mágico religioso, se transformó en folklore a partir del siglo XX, con la aparición de la ‘Calavera Garbancera’ de Guadalupe Posada, que tuvo la intención de ser una sátira a la negación de un sector social sobre sus orígenes cuando alcanzaba un estatus socioeconómico alto, esta calavera se convirtió en la Catrina por su vestimenta ostentosa y que hoy, es uno de los símbolos más tradicionales de la celebración, pero que no existía en la época prehispánica.

Aunado a ello, el capitalismo ha transformado la tradición en una moda mercantil ya que podemos encontrar muchos artículos alusivos a la muerte, aunque nada tengan que ver con el origen de la tradición, y aunado a ello, la globalización, el cine y la ficción, han aportado más elementos a la conmemoración que hoy solo preserva como pilar principal, la espera de los difuntos con una ofrenda de los alimentos que gustaban de disfrutar en vida en la mayoría de los hogares, sin embargo, aún quedan resquicios de lo que alguna vez fue la conmemoración en las comunidades de provincia, principalmente entre los Pueblos Originarios.

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