Esta semana expresé mi preocupación sobre la senda que tomaba la relación entre la Universidad Autónoma del Estado de México y la Cámara de Diputados. Un camino de confrontación y descalificación mutua.
Decía que de algún lado debía venir la inteligencia y la cordura.
Pues celebro que haya llegado el momento en el que en vez de los epítetos y descalificaciones, se opte por el diálogo, abierto por el rector Alfredo Barrera Baca, así como por los diputados Azucena Cisneros y Benigno Martínez.
Esta vez sin acusaciones a los diputados de intentar dividir a la UAEM o de pretender dañar la autonomía universitaria —que quién sabe de qué mente habrán salido—, el rector Barrera Baca optó por la serenidad y la prudencia. De suyo, el doctor Alfredo Barrera Baca lo es: serio, sensato, juicioso, moderado y discreto.
Y abrió un puente de entendimiento que —¿por sus colaboradores?— se cerraba. Sin dejar de lado una postura firme sobre las acciones realizadas sobre el acoso escolar, una de las preocupaciones de la Cámara de Diputados, o sobre los supuestos despidos injustificados —en realidad rescisiones de contratos—.
Se disipa el escenario de rompimiento. Barrera Baca abrió a los diputados las puertas de la Universidad Autónoma del Estado de México y esperemos que los legisladores accdean a entablar esa comunicación positiva y propositiva.
Es un tiempo distinto en la política. Pero las buenas prácticas, como el diálogo claro y directo, tienen vigencia.