Estamos a días de que los aspirantes a las candidaturas de los distintos partidos políticos empiecen a buscar las simpatías y el voto de los ciudadanos.
Primero de la militancia de sus respectivos partidos políticos. Después de la ciudadanía independiente que no milita y ni siquiera simpatiza con un partido político. Pero inevitablemente serán actividades públicas, a las que cualquiera se podrá acercar, que harán eco en cualquier punto del estado.
Y hoy los aspirantes, sus equipos y sus asesores, como ya lo hacen algunos gobernantes y funcionarios, están orientados a las redes sociales. Creen que las redes sociales son la panacea que puede hacer que ganen la candidatura y después la elección.
Pero se trata de un espejismo. Es verdad que las redes sociales y la internet son vitales para la comunicación de casi todos los mexicanos. Nadie es capaz de negar la ascendencia que tienen ya en la formación de ideas, criterios y posturas.
Desde la primera elección de Barack Obama, hace ya ocho años, esta idea se quedó en las guías y planes de los asesores de campaña.
Pero, ¿qué ocurrió en la más reciente elección en Estados Unidos?
Casi nada: el Centro Pew, un organismo muy serio y calificado de investigación, acaba de dar a conocer que la mayor fuente de noticias sobre la campaña electoral en Estados Unidos fue la televisión, después vinieron Facebook, la radio y las estaciones locales de televisión.
Sí, los medios tradicionales no han perdido el terreno que algunos mercadólogos, politólogos y aspirantes creen. Contrario a la afirmación generalmente aceptada, la dieta informativa del ciudadano es más amplia que las redes sociales. Sin olvidar, como dice el Centro Pew, que las redes sociales no producen sus propias noticias, sino que estas vienen de los medios tradicionales y de los nativos digitales. Es decir, del buen periodismo.
El estudio, por cierto, está aquí, en inglés.