Nos guste o no, tenemos que insistir en la obligación, más que necesidad, de ofrecer un trato amable e igualitario en la prestación de servicios privados en el Valle de Toluca.
Es inadmisible que al acudir a centros de recreación y esparcimiento se reciba a los clientes con desgano o a regañadientes al tiempo que se les revise por su aspecto físico.
Pero esa acción tiene nombre y se llama distinción. La distinción, entre ciudadanos, no está incluida como causal de discriminación en la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación aunque se le asemeja en mucho.
Distinción es diferenciación hacia algo o alguien. Para el caso, distinción por clase social. Pero distinción también es tener buenas maneras, educación. Así pues como es posible encontrar gente de clase alta con poca distinción, existen individuos de clase baja con mucha educación.
Lo malo es que los prestadores de servicios en el Valle de Toluca no enfatizan entre sus empleados las buenas formas en el trato hacia los clientes y entre tanto, se exhibe la limitación para pensar y observar las diferencias.
