Mientras algunos mexicanos se dicen listos para morir en cuanto les toque, otros ni menciona el asunto porque les produce angustia. Pero de uno y otro lado son pocos los que hablan de la posibilidad de donar sus órganos y tejidos una vez que estén declarados con muerte cerebral o de otra índole. Y es que se piensa que les van a quitar los órganos aún estando vivos y por lo mismo que es un procedimiento doloroso, que en caso de requerir de emergencia por salud ya no los van a atender ya que son donadores, a causa de temas religiosos, falta de confianza en las instituciones que llevan la donación, que los órganos ya están viejos para cederlos y que no sabe a dónde van a parar las partes de su cuerpo donadas.
Lo real es que existen principios éticos entre quienes manejan la recepción de órganos desde certificar el fallecimiento y en la procuración de trasplante participan decenas de profesionales que toman las decisiones.
Hoy es Día Nacional de Donación de Órganos y Tejidos, una fecha para preguntarnos una vez más qué haría que donáramos vida a otros humanos una vez que la nuestra termine. Tendríamos que empezar por convencernos de que podemos salvar hasta ocho vidas y mejorar las de muchas más.
