Para la Iglesia Católica hay dos momentos de suma importancia, el primero es la celebración de la Natividad con la que se recuerda el nacimiento de Jesús y el segundo es la Semana Santa, periodo que inicia con la Cuaresma dando comienzo con el Miércoles de Ceniza y que hace referencia a un periodo de cuarenta días, los cuales sirven como preludio de la Pascua.
La Cuaresma incluye seis viernes, previo al Viernes Santo se denomina Viernes de Dolores en el que se recuerda el sufrimiento de María por su hijo Jesús. Ese día es dedicado a la Dolorosa o Virgen de los Dolores y era habitual colocar altares dedicados a ella, esta costumbre llegó a nuestro país mediante el proceso de evangelización y hacia el siglo XVIII ya estaba muy arraigada, sobre todo entre las familias adineradas.
La Semana Mayor inicia con el Domingo de Ramos con el que se recuerda la entrada de Jesucristo a Jerusalén en donde el pueblo celebra su llegada con ramos y palmas, es por ello que ese día se bendicen las palmas y los ramos, esta costumbre llegó de España a México también mediante los frailes evangelizadores.
Los lunes, martes y miércoles Santos suelen realizarse misas y rosarios. El jueves se recuerda La Última Cena en la que Jesús compartió el pan y el vino con los 12 apóstoles. Esa noche, Jesús también lavó los pies de cada discípulo como símbolo de humildad. El mismo jueves se realiza la Visita a las Siete Casas que representan los lugares por lo que pasó Jesús al ser apresado.
De esta forma llega el Viernes Santo, día en el que devotos suelen hacer ayuno y oración en forma de duelo pues se recuerda la Pasión y Muerte de Jesús. Cabe mencionar que el término “Pasión” hace referencia al sufrimiento de Jesucristo. Cuando llega al Monte de Los Olivos, Jesús es capturado por solados romanos por la traición de Judas Iscariote y es sentenciado a morir en la cruz.
El Viernes Santo se realiza la representación de la Pasión de Cristo, convertida en la representación religiosa más reconocida en México. Considerado como una de las expresiones más importantes del teatro religioso esta representación está relacionada con el periodo de La Conquista y con la llegada de los evangelizadores que encontraron en el teatro una forma de adoctrinamiento. A los primeros indicios de la representación de la Pasión de Cristo se le denominaron “pasos” y no era otra cosa más que un montaje de unos cuantos minutos en el que se representaba el Santo Entierro y los primeros registros son entre los años 1525 y 1540 con representaciones en Tepalcingo y Cuernavaca, Morelos. Investigaciones ubican la representación de la Pasión en la región Chalco-Amecameca que habrían realizado los frailes dominicos alrededor del año 1583, de acuerdo con Sonia Iglesias y Cabrera, antropóloga e investigadora y autora del texto “Semana Santa y su Simbología”.
Se tiene también un registro de 1768 del Archivo General de la Nación en la que se da cuenta de la realización de un serie de representaciones tituladas “El ciclo de la Pasión Tlalmanalco-Amecameca”, estas representaciones se habrían realizado en la zona que se convirtió en los municipios mexiquenses de Tlalmanalco, Amecameca y Ozumba. Sin embargo, Fray Antonio Victoria consideró que la representación se realizaba sin el debido respeto por lo que fue prohibida. Posteriormente, se anunció que las representaciones teatrales de la Pasión y Muerte de Cristo podrían llevarse a cabo siempre y cuando fuera con respeto.
Con los años, la Pasión de Cristo se convirtió en la representación más famosa de la Iglesia en México extendiéndose a prácticamente todo el país y que cada año se realiza en innumerables localidades destacando la representación de Iztapalapa en la Ciudad de México. En el caso del estado de México, hasta antes de la pandemia se calculaban cerca de 200 representaciones en distintos municipios mexiquense, sin embargo, a raíz de la contingencia sanitaria estos eventos fueron cancelados y este 2022 algunas serán retomadas.
