Hace un siglo muy pocos podían hacer fotos y todavía eran menos los que podían pagarlas. Por eso, las fotografías se reservaban para eventos únicos, como las bodas o los bautizos. Ahora, sin embargo, hacer una foto es tan fácil como sacar el móvil del bolsillo, seleccionar la aplicación de la cámara y pulsar el botón de captura. La fotografía se ha convertido en una afición al alcance de todos que revela, además, los cambios de la sociedad. Pero para llegar hasta aquí, las cámaras han tenido que evolucionar mucho.
La primera fotografía de la que se tiene constancia data de 1826 y su autor fue Joseph Niépce, al que se considera el inventor de la fotografía. El método que utilizó lo denominó heliografía y consistía en ir fijando imágenes para reproducir grabados con la ayuda de una cámara oscura. No obstante, la fecha oficial de la invención de la fotografía se sitúa en 1839, porque fue entonces cuando se divulgó el primer procedimiento fotográfico: el daguerrotipo. Y es que Louis Daguerre perfeccionó el procedimiento de fijación de imágenes de su compatriota Niépce. Consiguió reducir los tiempos de exposición y como resultado las instantáneas que obtenía eran de de gran nitidez.
La fotografía en color no llegó hasta 1861 de la mano del físico James Clerk Maxwell, aunque fueron los hermanos Lumière los que patentaron estas placas en 1903. Cuatro años después, las placas “autocromas” comenzaron a comercializarse. Y así llegamos hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando la fotografía se convirtió en un elemento clave para saber lo que ocurría en el mundo. Tras el conflicto, las cámaras analógicas siguieron evolucionando para conseguir mayor velocidad y mejor sensibilidad a la luz.
Sin embargo, no fue hasta mediados de la década de los 70 cuando comenzó a gestarse la revolución: los prototipos de cámaras digitales. La primera la inventó Steve Sasson y parecía una caja del tamaño de una pequeña cafetera con un casete insertado al costado. Poco tenía que ver con las primeras cámaras digitales que llegaron a partir del año 2000. Su principal atractivo era la posibilidad de capturar tantas fotos como se quisiera, poder verlas en la pantalla o en un ordenador, poder editarlas y poder imprimirlas sin tener que esperar al clásico revelado.
Estas cámaras llegaron a casi todos los hogares y posibilitaron que todos pudiéramos sentirnos modelos y fotógrafos. No obstante, tras la llegada de los smartphones con cámaras de calidad, los fabricantes han tenido que seguir innovando para no perder público. Algunos han optado por dirigirse a fotógrafos más expertos o a quienes buscan algo más que las simples fotos del móvil. Y un ejemplo lo encontramos en Sony y en su amplia gama de cámaras, de las que puedes obtener en su web más información. Podemos elegir entre cámaras compactas y de lente fija, otras con lentes intercambiables y calidad de una réflex pero más pequeñas y ligeras u otras para fotógrafos profesionales. Y es que los expertos saben que para hacer buenas fotos lo imprescindible es tener una buena cámara.
La historia de la fotografía y de las cámaras continúa. De hecho, la innovación en el sector es constante, porque así lo demanda el mercado y los propios fotógrafos. ¿Cuál crees que será el siguiente paso de la industria fotográfica?