Según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública la incidencia de abuso sexual en el estado de México bajó en el último año casi nueve por ciento o en 416 casos, donde son comunes los tocamientos, el exhibicionismo de partes íntimas, obligar a niños a participar en la creación de contenido sexual, recurrir a amenazas o engaños para coaccionar y aprovecharse de la vulnerabilidad de la víctima y obtener favores sexuales.
En esencia esto ocurre por factores culturales como la posición de desigualdad de la mujer frente al hombre, que no se denuncia y estigmatiza a las víctimas y la debilidad de las sanciones legales. Pero las víctimas de abuso enfrentan dolor genital, infecciones, fatiga extrema y problemas gastrointestinales, ansiedad, depresión, desconfianza, vergüenza, culpa y trastorno de estrés postraumático. El abuso sexual también puede llevar a problemas académicos, conductas sexuales inapropiadas y aislamiento social.
En México, el abuso sexual está tipificado en el Artículo 260 del Código Penal Federal, que establece que quien comete este delito lleva una pena de seis a diez años de prisión y hasta doscientos días de multa. Además, si se utiliza violencia física o psicológica, la pena se incrementa en un 50 por ciento.
La denuncia es indispensable pues ayuda a que los agresores enfrenten consecuencias, evita nuevas víctimas, genera conciencia social y da el primer paso en la recuperación emocional y psicológica. Por otro lado, se requiere formar desde la niñez, hablándole a los menores sobre su cuerpo, derechos y relaciones saludables; la comunicación abierta en casa y escuela y la capacitación a los educadores. Tiene que prevalecer en el entorno el mensaje de que el abuso sexual no será tolerado.