En las últimas semanas han sido constantes las protestas y manifestaciones por la falta de agua en varias colonias y localidades del estado de México.
En zonas urbanas, como Ecatepec o Neza, pero también en el ámbito semirural, como en el caso de Acambay.
Conforme avance la temporada de secas, serán más y más numerosas. Se presagia un problema social grave. La crisis hídrica actual pudo haberse prevenido. No se tomaron medidas para evitarla o minimizarla. Y si los escenarios posibles se acercan a la realidad, estos problemas se repetirán una y otra vez. Por eso se requiere un programa realista, concreto, con metas medibles y objetivos claros, sobre la manera en la que abordaremos como estado, como sociedad, el abasto de agua.
Hay pocas alternativas y todas tienen costos altos. Pensar en traer más agua a 300 o 400 kilómetros de distancia es un despropósito. Quedarse en la idea de eficientar los sistemas actuales es aportarle a las soluciones que se vislumbraron de hace medio siglo y que están haciendo crisis hoy.
Es necesario que nuestros funcionarios públicos definan acciones, las socialicen y nos convenzan de lo que tenemos que hacer. Y debe ser hoy. No es para mañana.