El avión presidencial sigue dando de qué hablar a nivel nacional y ahora internacional porque los que han recibido la oferta de compra simplemente lo rechazan por lujoso y en consecuencia, por caro. El último de los que dijeron no a la aeronave que se compró en el sexenio de Felipe Calderón y se usó en el sexenio de Enrique Peña, es el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau.
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Y es entendible que no se quiera adquirir el avión pues 130 millones de dólares para un artefacto de transporte es una suma altísima y no muy de acuerdo con las condiciones económicas y principios de ahorro y austeridad y gobierno que les ha dado por pregonar principalmente en América.
Ya imaginamos entonces la continuidad en marcha de la rifa de parte del gobierno federal aunque también la pregunta que muchos se hacen es para qué quiere un avión un ciudadano común pues lo que le interesaría es el dinero para pagar deudas y mejorar su calidad de vida y la de los suyos.
A lo mejor habrá que buscar a posibles compradores en Asia, allá donde reyes y jeques a quienes y cuentan los dólares en miles de millones. Allá donde no solo se habla de aviones VIP, sino de flotas de aviones de superlujo o llenos de ostentaciones.
