Han transcurrido cerca de 500 años de la llegada a México de los españoles y seguimos contemplando y reverenciando, a partir de ellos, el color de piel blanca.
Tal situación se confirma en la vida diaria donde los puestos de trabajo son, en muchos casos, asignados a blanquitos o güeritos, como solemos decirles y, en contraste, los cargos administrativos o de apoyo se siguen dejando para los denominados morenitos o prietitos.
De ello da cuenta el último Módulo de Movilidad Social Intergeneracional dependiente del INEGI lo que debería ponernos a reflexionar y actuar pues de fondo no hemos sido capaces de aceptar y valorar nuestros rasgos.
Dejémonos de ideas erróneas de que alguien es inferior por su color de piel. La consecuencia de nuestros pensamientos limitados o distorsionados nos tiene entre subestima, rencores e intolerancia mientras el desarrollo personal y social nos sigue esperando.