Lo que en la década de los años 90 representaba una seria amenaza a la industria de cine, ya se volvió realidad. El resultado de la reproducción ilegal de películas piratas está presente en las calles de las ciudades e inclusive se ha normalizado.
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Durante 2017 los principales consumidores de cine pirata fueron jóvenes entre 18 y 24 años y sus razones para adquirir piratería fueron el precio y facilidad de compra. En población total de quienes adquieren discos baratos con películas mal grabadas están 34.8 millones de consumidores, según la última Encuesta para la Medición de Piratería en México.
Hablamos de establecimientos de todos tamaños, en avenidas concurridas y calles principales. Los vendedores y los compradores realizan, a la vista de ciudadanos y autoridades, sus transacciones de grabaciones de cintas que recientemente se proyectaron en el cine o que están por hacerlo.
La piratería de películas afecta en miles de millones de dólares a productores, actores y afines, no deberíamos permitir o acostumbrarnos a la ilegalidad por conveniencia de precio. ¿A quién pretendemos engañar?
