El escenario del recorte

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Vámonos haciendo a la idea de que este año 2016 será económicamente complicado. La advertencia del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, de que sí habrá un recorte al gasto público no hace más que envenenar el ya de por sí complicado arranque del año.

Para ningún interesado en los temas económicos de este país es un secreto que el gasto gubernamental, especialmente el gasto de inversión, es uno de los mayores y más grandes motores económicos. Y si el gobierno recorta (o reduce) su gasto, sólo queda pensar en una sequía de las finanzas públicas que automáticamente se traducirá en una menor inversión en otros rubros: la construcción, por ejemplo. O el empequeñecimiento del consumo interno.

A mí se me antojan medidas contra cíclicas, como un aumento en el gasto de inversión, el pago oportuno a proveedores, el abaratamiento de servicios gubernamentales, los estímulos a la inversión privada, el aliento a los proyectos de inversión pública-privada. Y otras más, que los economistas en el gobierno conocen mejor.

Pero no parece que será así, porque los financieros del gobierno prefieren controlar el déficit público y la balanza de pagos y otros asuntos que los lleven a presumir un gobierno equilibrado. Que sea como una maquinita de motor fino y silencioso, aunque en vez de arrastrar el crecimiento lo detenga o lo vuelva lento.

Sí, el dólar no es la medida de una eventual crisis. Pero ideológicamente pesa, lo mismo que una idea de recorte presupuestal.

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