En redes sociales ha estado circulando un video en el que, el presidente de Holanda, Mark Rutte, tira accidentalmente su vaso con café durante su ingreso al edificio del Parlamento en La Haya. En el lugar, en vez de ordenar que recojan lo que tiró, él mismo se agacha, levanta su vaso y pregunta por personal de limpieza para que le presten un trapeador.
Independientemente de que sea actuado o no ese video, ejemplifica lo que todos deberíamos hacer cuando se nos cae o tiramos algo. Levantarlo. Y de hecho, se esperaría que si algún objeto fue tirado por casualidad, lo recojamos también, a fin de mantener la limpieza del suelo y del entorno en general.
Pero claro, esto es cuestión de actitud y de actitud de cada uno. Ser limpio, consciente y amigable con el medio ambiente es algo que se aprende como resultado de la lógica, la observación y el estudio, tanto como ser educados y respetuosos con los demás.
Sin embargo, entre muchos de nosotros persiste la falsa creencia de que, por un lado, hay clases sociales y categorías de individuos, de ahí que los de limpieza deben limpiar y, por otro lado, que alguien más, tiene recoger lo que tiramos porque a nosotros nos disgusta, no se nos viene en gana hacerlo o nos vale el tamaño de un cacahuate lo que pase alrededor.
El acto de recoger lo que tiramos no nos hace inferiores. Al contrario, es un acto de valor.
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