Las expresiones de rechazo al aumento del transporte público de pasajeros en el estado de México de parte de jóvenes de la capital mexiquense son plausibles en dos sentidos. En primer lugar porque dan muestras de sus derechos como ciudadanos y segundo porque tienen mucha razón en el contenido de las cartulinas donde plasman sus mensajes. En esto último es de destacar la frecuencia de asaltos y el acoso sexual que representa sobre todo a la mujer pues los camiones, combis y demás son espacios en que se sube cualquier tipo de personas con intenciones desconocidas a las que los choferes y concesionarios no prestan atención con medidas de seguridad y protección como cámaras de vigilancia, botones de pánico y alternativas de denuncia, a más de protocolos de reconocimiento de delincuencia. Es muy común hoy solo ver en algunas ocasiones grabaciones de asaltos pero que no terminan en castigos.
Así pues, el aumento al transporte público es digno de quejas porque no es proporcional a un servicio de calidad. Es de hecho lo contrario.
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