Las personas cuyas madres tienen sobrepeso durante el embarazo y la lactancia pueden llegar a ser obesas de adultas porque la sobrealimentación precoz reconfigura los cerebros en desarrollo para que deseen alimentos poco saludables, según un estudio de la Universidad de Rutgers, Estados Unidos.
Los investigadores de Rutgers rastrearon este vínculo de madre a hijo en ratones con un experimento que comenzó dejando que algunos ratones se volvieran obesos con una alimentación ilimitada rica en grasas durante el embarazo y la lactancia, mientras que a otros se les mantenía delgados con una alimentación sana ilimitada.
Descubrieron que los ratones nacidos de madres obesas se mantenían delgados en la edad adulta con comida sana ilimitada, pero comían más que los ratones nacidos de madres delgadas cuando se les daba acceso a comida poco sana.
Los resultados indican que, aunque las personas cuyas madres tuvieron sobrepeso durante el embarazo y la lactancia pueden tener dificultades para moderar el consumo de golosinas, podrían saciarse sin problemas con alimentos sanos. El estudio también podría contribuir al desarrollo de fármacos que alteren el cerebro y reduzcan el deseo de consumir alimentos poco saludables.
«Las personas nacidas de madres obesas o con sobrepeso tienden a pesar más en la edad adulta que las nacidas de madres delgadas, y experimentos como este sugieren que la explicación va más allá de factores ambientales como el aprendizaje de hábitos alimentarios poco saludables en la infancia», afirma el profesor de psiquiatría de la Facultad de Medicina Robert Wood Johnson de Rutgers y autor principal del estudio, Mark Rossi. «La sobrealimentación durante el embarazo y la lactancia parece recablear el cerebro de los niños en desarrollo y, posiblemente, de las generaciones futuras», ha añadido.
En el experimento, los investigadores dieron la comida rica en grasas a tres ratones hermanos y la comida sana a otras tres de sus hermanas. Una vez finalizada la lactancia, los investigadores se centraron en las casi 50 crías, que, como era de esperar, empezaron con mayor o menor peso, dependiendo de la dieta de su madre.
Sus pesos convergieron (a niveles saludables) después de que todas las crías recibieran varias semanas de comida sana ilimitada, pero volvieron a divergir cuando los investigadores les ofrecieron acceso constante a la dieta rica en grasas. Todos los ratones comían en exceso, pero las crías de madres con sobrepeso lo hacían mucho más que las demás.
Un análisis más detallado indicó que las diferencias de comportamiento se debían probablemente a las distintas conexiones entre dos partes del cerebro –el hipotálamo y la amígdala– que surgían debido a las diferencias en la nutrición materna durante el embarazo y la lactancia.
Implicaciones del estudio
El estudio tiene implicaciones diversas para las personas nacidas de madres con sobrepeso que luchan contra su propia obesidad. Por un lado, sugiere la posibilidad de mantenerse delgado comiendo alimentos sanos hasta la saciedad y evitando por completo la comida basura. Por otro, sugiere que los esfuerzos por comer cantidades moderadas de golosinas poco saludables pueden estimular el consumo excesivo y la obesidad.
De cara al futuro, el hallazgo del estudio sobre los circuitos cerebrales alterados en los dos grupos de ratones puede ayudar a crear fármacos que bloqueen el deseo excesivo de consumir alimentos poco saludables.
«Aún queda trabajo por hacer, porque todavía no entendemos del todo cómo se producen estos cambios, ni siquiera en los ratones», afirma Rossi. «Pero cada experimento nos dice un poco más, y cada poco que aprendemos sobre los procesos que impulsan a comer en exceso puede descubrir una estrategia para posibles terapias», ha finalizado.