En la vorágine

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Estamos viviendo en la vorágine del 2017. No nos reponemos del aumento a las gasolinas, de los ladrones y los saqueos a cadenas comerciales, de la sicósis generada por quién sabe qué intereses en las redes sociales, del aumento arbitrario al pasaje, cuando ya tenemos encima la reedición de los pactos económicos, ahora llamados Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y la Protección de la Economía Familiar, y una nueva devaluación del peso mexicano.

Este martes el dólar estadunidense se vende en 22 pesos. Hace dos años, el 10 de enero de 2015, se cotizaba en 15 pesos. El año pasado por estas fechas se vendía en 18 pesos. Hoy supera toda barrera que le ponga nuestra febril imaginación… Dicen los que saben, que la caída del precio del petróleo y la advertencia de la automotriz Chrysler que se suma a decisiones de la firma Ford, han traído como consecuencia esta devaluación del peso.

Y aunque tu y yo queremos hacer nuestra vida con normalidad, sabemos que hay algo en el ambiente, un no sé qué, que nos tiene angustiados y preocupados.

En estos días acostumbramos hablar de que ya entramos al gimnasio o de que ya comenzamos la dieta, de que ya iniciaron las clases de inglés o de que por fin nos decidimos a cumplir nuestros sueños y anhelos aplazados.

Pero este inicio de año es diferente. Estamos en medio de un remolino, con el barco dando tumbos y con el capitán, el piloto y sus oficiales molestos porque los pasajeros no entendemos que nos conduzcan a los arrecifes, y tal vez a un naufragio —como los que ya hemos tenidos— y se crucen de brazos, como si la cosa no fuera con ellos.

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