En esta temporada de lluvias, es decir, entre los meses de mayo, junio, julio, agosto y septiembre, lo que abarca las estaciones de primavera-verano, los valles de Toluca y Valle de Chalco, son susceptibles a tornados, popularmente conocidos como “colas”, lo que pone en riesgo principalmente a las viviendas hechas con materiales precarios como madera con techos de láminas de cartón, por ejemplo.
Y si bien estas planicies no son muy extensas, las condiciones son propicias para que al año se registren al menos dos trombas por región, fenómenos naturales que en ocasiones llegan al suelo o quedan a unos 100 o 200 metros de altitud, alcanzando una velocidad máxima de 100 kilómetros por hora, explicó Carlos Constantino Morales Méndez, geógrafo de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM).
“Es un embudo que sale de la nube, en tierra comienza a llegar el viento, porque es por una baja presión cerca de la superficie y comienza a crearse el remolino, los vientos comienzan a girar y en ocasiones lo sentimos en una dirección y en otra, cesan por un momento y luego vuelven, eso indica que están girando y que no toda la pared del embudo es igual, sino que tiene velocidades diferentes, posteriormente, el fenómeno, que necesita lugares planos y calientes, comienza a levantar basura o casas mal echas”, ahondó el experto en clima.
Lo que debe hacer la población ante la presencia de un tornado o “cola”, que dura en promedio 10 minutos, es evitar estar al intemperie y mejor resguardarse en un lugar seguro, ya que “estando fuera todo lo que vuela es peligroso, pueden arrancarse los árboles, las ramas que son bastante peligrosas y en ocasiones no solo son los vientos fuertes, sino las lluvias torrenciales, granizo y en ocasiones los rayos”, finalizó el geógrafo universitario.
