Ya que se acerca el Día de Muertos, ¿te has preguntado por qué la mayoría de las veces hasta que muere alguien reconocemos su esfuerzo y contribución? Y hablo de gente famosa y no famosa. Pues de acuerdo con los conocedores esto es debido a que la muerte actúa como un catalizador que resalta las cualidades de la persona, generando un espacio para el duelo y la memoria. Además, se permite a los seres queridos reevaluar las relaciones y apreciar los momentos compartidos, lo que a menudo no se hace en vida debido a la rutina y la cotidianidad.
Pero esto resulta contradictorio en una población como la nuestra donde somos muy expresivos en lo general. Y puede estar pasando que eres alguien de los que le enseñaron o recibió el ejemplo de no demostrar afecto y reprimir por tanto, gestos, abrazos y cuidados cotidianos o que te dijeron que la expresión verbal del amor puede ser vista como vulnerable o incluso incómoda para algunas personas. Y que creemos que las palabras no son suficientes o adecuadas. La consecuencia es que, cuando alguien muere se nos vienen sentimientos de tristeza y culpa y nos duele no haberle dicho cuánto significaba para nosotros.
Y bueno, con certeza has escuchado la frase “en vida, hermano, en vida” la misma que proviene de un poema de Ana María Rabatté que enfatiza la importancia de expresar amor y aprecio a las personas mientras están vivas, en lugar de esperar a que fallezcan.
Que estas fechas nos sirvan pues como un recordatorio de la importancia de la comunicación afectiva en nuestras relaciones. De reconocer a nuestro seres queridos en el presente.