Entre las acciones y comportamientos que nos definen como mexicanos está nuestro enaltecimiento a la figura de la madre. En su momento, Octavio Paz escribió que para los nacidos en este país la madre tenía un sentido de refugio, seguridad y amor, vinculado con la religión, pero igualmente de víctima en cuanto a ultrajes, ideología e identidad de manera histórica.
No obstante, la madre es también un símbolo contrastante: exigente, perfeccionista, controladora y absorbente, o flexible, descuidada, sutil y respetuosa. Por lo demás, a los mexicanos, referente de emociones y fuente de ofensas.
La madre nos es causa y origen, a los mexicanos, así como consecuencia y término, de nuestra razón de ser y de nuestros actos. ¿Será por eso que damos todo por ella?
Según Edwin Chapin: “Ninguna lengua es capaz de expresar la fuerza, la belleza y la heroicidad de una madre».
Escucha aquí el comentario editorial de Patricia Maldonado:
