El comportamiento humano y, en especial, el comportamiento sexual, es un fenómeno complejo que está influido por multitud de factores, tanto ambientales como genéticos. Además, su estudio es difícil y puede generar rechazo, debate o incluso consecuencias sociales.
Con todas estas cautelas, un equipo de investigadores del Broad Institute en Cambridge (Massachusetts, EE.UU.) ha identificado cuatro variantes del ADN humano fuertemente vinculadas con “comportamientos no heterosexuales”. Tal como ha informado Science, los investigadores han explicado que se desconoce la función de dichas áreas y que no tienen poder predictivo, pero han sugerido que su hallazgo es un primer paso. Sus resultados se han obtenido con los datos de cientos de miles de voluntarios y han sido presentados en el encuentro anual de la American Society of Human Genetics.
La investigación ha sido dirigida por Andrea Ganna, del Broad Institute, y realizada junto a colegas de la Harvard Medical School, en Boston. Los autores examinaron los datos recogidos por dos importantes estudios genéticos masivos, el UK Biobank y otro privado dirigido por 23andMe y, con esta información, cruzaron la presencia de variantes genéticas con los resultados de encuestas sobre sexualidad: en concreto, buscaron correlaciones entre ADN y las respuestas dadas a la siguiente pregunta: “¿Ha tenido sexo con alguien del mismo género alguna vez?”.
Así, identificaron a 450.939 personas que dijeron solo haber tenido relaciones heterosexuales y 26.890 que reconocieron haber tenido al menos una relación homosexual.
Así mismo, encontraron cuatro variantes más comunes entre las personas que dijeron haber tenido relaciones homosexuales, y situadas en los cromosomas 7, 11, 12 y 15. Estas se detectaron gracias a estudios de asociación de genoma completo (GWAS).
Dos de estas variantes son específicas para hombres que dijeron haber tenido relaciones homosexuales. Una está en el cromosoma 15 y, según estudios anteriores, tiene la capacidad de predecir la calvicie. La otra está en el cromosoma 11 y está en una región reconocida por la presencia de genes que codifican para receptores olfativos –se considera que el olfato tiene un importante papel en la atracción sexual–.
Las cuatro variantes, en conjunto, están correlacionadas con desórdenes anímicos y de salud mental, lo que quiere decir que hay una mayor probabilidad de que aquellos que tienen estas variantes tengan este tipo de problemas. Según los autores del estudio, esta no correlación no tiene por qué ocurrir porque estas variantes causen los desórdenes, sino «porque las personas que tienen un comportamiento no heterosexual sufren, con más probabilidad, discriminación» y, por tanto, depresión, según Ganna.
Tan es así, que las personas que cuentan con estas variantes genéticas sufren, con mayor probabilidad, desórdenes depresivos o esquizofrenia. En el caso de las mujeres, también es más probable que manifiesten desorden bipolar.
Otro indicio de esta discriminación se obtuvo al comparar los datos recopilados por el UK Biobank y el estudio de 23and Me. En el primero, la media de edad de los participantes resultó ser mayor y se observó una mayor correlación entre las variantes ya mencionadas y la esquizofrenia y los comportamientos de riesgo. Esto, según sugieren los autores, podría ocurrir porque las generacioens anteriores experimentaron más discriminación social por su homosexualidad que las posteriores.
Según ha subrayado Ganna, esta investigación refuerza la idea de que el comportamiento sexual humano es complejo y no puede ser vinculado con un sencillo conjunto de genes. «Me complace anunciar que no existe un “gen gay”», ha dicho Ganna. En lugar de eso, «la “no-heterosexualidad” puede relacionarse con la contribución de muchos pequeños efectos genéticos». Además, según este científico, estas variantes no permiten predecirla orientación sexual de una persona.
A continuación, los autores tratarán de vincular estas variantes genéticas con la secuencia de genes concretos y con su posible función.
Fuente: abc.es