La energía solar fotovoltaica, es decir, la obtención de electricidad mediante un dispositivo semiconductor llamado célula fotovoltaica, es la forma de energía solar más desarrollada en la actualidad y según datos de la organización ambientalista Greenpeace, este tipo de energía podrá suministrar en 2030 electricidad a dos tercios de la población mundial.
En el marco del Día del Sol, que se celebra cada 21 de junio, coincidiendo con el solsticio de verano (el día más largo del año), en el que organizaciones ecologistas promocionan el uso de la energía renovable, el profesor e investigador de la carrera de Ingeniería en Sistemas Energéticos Sustentables, Iván Martínez Cienfuegos, destacó que el uso de energía solar implica la reducción importante del consumo de hidrocarburos y por tanto, de la emisión de gases de efecto invernadero al ambiente.
Si bien es cierto, abundó, que para fabricar estas celdas se requiere energía, el saldo es positivo, ya que durante su vida útil, la celda genera mucho más energía que la que se ocupó en su fabricación.
“Al realizar un balance, es obvio que estamos consumiendo menos combustible y por otro lado, se eliminan los residuos del proceso de extracción de petróleo, de su refinación, transporte y producción, que conlleva toda una serie de contaminantes”.
Las celdas fotovoltaicas, puntualizó, pueden permitir que una casa sea autosuficiente durante el día y consumir energía eléctrica durante la noche; incluso, los excedentes de la energía solar pudieran inyectarse a una red de energía y ser objeto de comercialización.
Las tecnologías fototérmicas, sostuvo, también son una excelente opción para la protección del ambiente. Aprovechan la radiación solar, pero para calentar directamente un fluido, típicamente agua, en el ámbito de la vivienda y el comercio, aunque en el ámbito industrial se puede generar calor de proceso, es decir, para la cocción y pasteurización.
