¿Es seguro asumir que quien gana una medalla de oro en los Juegos Olímpicos practicó más que el ganador de la medalla de plata –y que el ganador de la medalla de plata entrenó más que el que ganó el bronce–? Definitivamente no, de acuerdo con un nuevo análisis que estudió a casi 3.000 atletas. El estudio encontró que se requiere de una enorme cantidad de entrenamiento para estar entre los primeros a nivel mundial, pero no se puede predecir el éxito de los atletas de élite basado en el número de horas que pasan entrenando metódicamente.

En 1993, el psicólogo sueco K. Anders Ericsson publicó un influyente artículo en el que sugería que las diferencias de rendimiento entre los músicos mediocres y aquellos que son superiores – de acuerdo con las evaluaciones de sus profesores – son determinadas en gran medida por el número de horas que ensayan. Después publicó otros trabajos extendiendo su teoría a otras actividades; como los deportes, el ajedrez y la medicina. Ericsson hizo hincapié en que no había un límite superior respecto a la medida en que la práctica metódica podía ayudar al éxito en estas áreas – los mejores deportistas, músicos y médicos del mundo eran los que practicaban más–. Su trabajo fue más tarde popularizado por, entre otros, el periodista Malcolm Gladwell, quienes acuñaron la «regla de las 10.000 horas” que sugiere que lograr un rendimiento máximo en prácticamente cualquier disciplina es simplemente una cuestión de poner 10.000 horas de trabajo.
Pero, como otros lo hicieron en el pasado, un nuevo estudio publicado en Perspectives on Psychological Science muestra que la práctica metódica es solo uno de los factores que hacen a un campeón deportivo mundial. «La práctica ayuda a mejorar el rendimiento en casi todas las disciplinas», dice Brooke Macnamara, psicóloga de la Universidad Case Western y autora principal del estudio. Después de un cierto nivel de éxito, sin embargo, otros factores determinan quién es el número uno, dice.
Macnamara y sus colegas analizaron 34 estudios que conjuntamente habían estudiado el número de horas de entrenamiento de 2.765 atletas. Esos estudios también tomaron en cuenta los resultados de los atletas, en línea con el logro de objetivos concretos, como el tiempo de una carrera, la valoración por parte de expertos, o la pertenencia a equipos de élite. Para deportistas de todos los niveles, incluyendo a atletas de alto rendimiento a nivel estatal o en clubes, el entrenamiento metódico explicaba el 18 por ciento de las diferencias en el rendimiento. Pero cuando los investigadores se enfocaron en los mejores competidores – aquellos que habían participado en los Juegos Olímpicos u otras competiciones mundiales – las divergencias en el número de horas de entrenamiento explicaban tan solo el 1 por ciento de la diferencia en su desempeño en eventos deportivos. «Esto sugiere que el entrenamiento es importante pero solo hasta un cierto punto. No es responsable de la diferencia entre los que son buenos y los que son extraordinarios», dice Macnamara. A nivel nacional y mundial, una combinación poco definida de genética, rasgos psicológicos y otros factores influyen en el rendimiento.
Ericsson, que ahora es profesor en la Universidad del Estado de Florida, cree que los criterios usados en este meta-análisis para definir en qué consiste el entrenamiento metódico no fueron lo suficientemente estrictos, ya que incluían las actividades autónomas y otros tipos de práctica en la categoría de entrenamiento metódico, en lugar de enfocarse exclusivamente en tareas dirigidas por un entrenador que ofrece retroalimentación inmediata. «Ellos tienen una idea muy diferente de lo que es el entrenamiento metódico», dice. Ericsson reconoce, sin embargo, que el tipo de entrenamiento al que el se refiere –en el que los atletas son monitoreados de cerca por entrenadores en todo momento– es poco común en los deportes. De hecho, la aplicación de esta nueva definición más estricta podría excluir a algunos de sus propios estudios sobre el efecto del entrenamiento metódico.
Muchos creen que la cuestión de las «10.000 horas» es más académica que práctica. «La mayoría de los científicos en el campo reconoce que la práctica es importante en el desarrollo de la destreza, pero al mismo tiempo creo que aceptamos que otros factores podrían contribuir», dice Mark Williams, un científico especializado en deporte, salud y ejercicio en la Universidad de Brunel en Londres que no participó en la investigación. «[El nuevo estudio] es un documento interesante, pero no creo que necesariamente vaya a cambiar la forma en la que la gente hace las cosas actualmente», dice.
Jeffery Fairbrother, un científico que estudia la conducta motora en la Universidad de Tennessee, y quien tampoco participó en el estudio, está de acuerdo en que probablemente este nuevo análisis no va a cambiar la forma en la que los atletas entrenan: «Si vamos a intentar traducir esto en información útil para un entrenador o un atleta, no sé que tan interesados van a estar en la forma en la que nos desmenuzamos unos a otros, como lo hacemos cuando tratamos de refutar cosas desde un punto de vista teórico», dice. «Sabemos que las formas de entrenamiento adecuadas pueden tener profundos efectos en el desempeño. ¿No deberíamos centrarnos en proporcionar esas experiencias a tantas personas como sea posible para que puedan alcanzar su potencial? «