Los niños son un sector vulnerable a los cambios de carácter emocional; en la etapa escolar es muy recurrente que gran parte de los menores experimente estrés, debido a distintos condicionantes, entre las más importantes, su desempeño escolar.
El doctor Luis Sergio Ponce Guadarrama, adscrito al Hospital General Regional No. 220 del Instituto Mexicano del Seguro Social, Delegación Estado de México Poniente, menciona que el estrés es una función de respuesta a las demandas que tenemos y nuestra capacidad para satisfacerlas, aunque no lo parezca, los niños también llegan a sentir el estrés, incluso, los más pequeños tienen preocupaciones y periodos de angustia en alguna medida.
Las presiones provienen a menudo de fuentes externas, como la familia, los amigos o la escuela, pero también llegan a surgir del mismo niño. En los preescolares, el hecho de separarse de sus padres llega a ocasionarles ansiedad.
A medida que los niños crecen, surgen las presiones de tipo académico y social (como encajar en un grupo), las que les crean episodios de estrés. El estrés aumenta cuando los niños escuchan a los padres hablar de los problemas laborales, de enfermedades de los padres o familiares, o bien, cuando los padres discuten de problemas económicos enfrente de ellos.
Existen factores agravantes, como la enfermedad, la muerte de un ser querido o el divorcio de los padres, que cuando se suman a las presiones cotidianas que los niños enfrentan, van a aumentar el estrés en los niños. Los padres separados o divorciados nunca deben de pedir a los hijos que elijan con quien se quieren quedar, ni exponerlos a comentarios negativos sobre el otro conyuge.
Una de las principales recomendaciones que se hacen a los padres de familia en la terapia, es evitar hablar de problemas económicos o de enfermedades de ellos mismos o de sus seres queridos, también que vigilen lo que ven y escuchan en medios de comunicación, sobre todo en la televisión.
El doctor Ponce Guadarrama concluyó exhortando a los padres de familia a dialogar con sus niños para que entiendan lo que sucede a su alrededor y en caso necesario, acudir al área de psicología y solicitar una terapia para que el niño o niña aprenda a manejar el estrés.
