Soy un ignorante en lo relativo a la planeación urbana.
Esto quiere decir que en este tema, mi opinión está descalificada, básicamente porque cualquier estudiante de primer semestre de planeación urbana y otras ciencias afines, como ingeniería civil o arquitectura, podría enmedarme la plana en cualquier momento.
No obstante, quiero alzar la voz —qué bonita frase hecha— para quejarme amargamente de quienes deciden a qué hora del día se bachean o remiendan las calles de la ciudad de Toluca, la prístina capital del estado de México.
Lo digo porque acostumbran hacerlo al medio día, justo cuando los estudiantes salen de la escuela, la gente termina la jornada laboral matutina y cuando los padres de familia acuden por sus vástagos a los centros educativos. Es decir, a la hora pico. A la hora de mayor tránsito.
Pregunto: ¿no podrían hacerlo en la noche o durante la madrugada? A esas horas sólo están circulando las almas en pena. Nadie les estorbaría y podrían cerrar, si quisieran, las calles completitas.
Pero no, en Toluca las calles se cierran a la hora pico. La circulación se restringe cuando hay más automotores en circulación.
A diferencia de lo que sucede en otras capitales y ciudades de alguna importancia.
A diferencia de lo que ocurre con funcionarios y servidores públicos que piensan en la gente a la que le sirven.
A diferencia de lo que sucede con empresas contratadas por los gobiernos a las que las administraciones públicas les dicen qué hacer, dónde, a qué hora y cómo; no como aquí, donde las empresas deciden todo, sin que alguien supervise por qué, por ejemplo, han bacheado media docena de veces el Paseo Tollocan y nunca queda bien: ¿Es el material o es la capacidad?, ¿es la incompetencia o la complicidad?
Es pregunta…