La semana pasada se presentó la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana correspondiente al tercer trimestre de 2025. La medición indica que el nivel de percepción de inseguridad en el caso del estado de México, y las ciudades que revisa la encuesta, ni baja ni sube, sino todo lo contrario. El mexiquense de a pie cree que vivir en su ciudad es inseguro.
El Instituto Nacional Estadística y Geografía refiere prácticamente una tasa de percepción de inseguridad del 80 por ciento. Y eso significa que en los últimos dos años, los correspondientes a la administración de la gobernadora Delfina Gómez Álvarez, la percepción de inseguridad no ha variado sensiblemente.
De hecho, el promedio de percepción de inseguridad en diciembre de 2023 de las ocho ciudades mexiquense que mide la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana fue de 75.36 por ciento. Al mes de septiembre de 2025, el mismo promedio es de 74.58 por ciento.
Si la aritmética sigue funcionando como en la época de Pitágoras, la diferencia a la baja es de 0.78 por ciento. Menos de un punto porcentual en los dos últimos años. Una imperceptible disminución que estadísticamente es irrelevante y que en la práctica es intrascendente. Y eso, a pesar de que en los últimos dos años periódicamente se asegura que hay una disminución en la comisión de los llamados delitos de alto impacto, como el homicidio, el feminicidio, el secuestro, la extorsión, la violencia sexual y los robos violentos —que generan una gran percepción de inseguridad—.
Todo sabemos que se han llevado a cabo diversos operativos, mediáticos y espectaculares, en contra de este tipo de delitos. Operaciones como Enjambre —que detuvo y consignó a funcionarios y exjefes policiacos vinculados con organizaciones criminales—, Liberación —para desmantelar redes criminales de extorsión, secuestro y delitos contra la salud—; Bastión, Enjambre, Atarraya y Fortaleza, además de la reciente Caudal, han resultado en despliegues masivos de fuerzas de seguridad, colaboración de fuerzas del orden estatales, federales y municipales. Una cosa así de la que todos hemos hablado. Pero en los hechos, su calado ha sido menor.
Dicho en otras palabras, pese al impacto de estos operativos, el ciudadano de a pie sigue con esa sensación de escozor de la inseguridad.
Por si eso fuera poco, para los especialistas en los tema de seguridad la preocupación radica en que las decisiones de las mesas para la paz se toman a partir de los delitos que se denuncian, que son solamente 10 de cada 100.
La Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana medía al inicio de la pasada administración estatal a solamente tres ciudades. El promedio de percepción de inseguridad en diciembre de 2017 fue de 85 por ciento. En seis años —acá todo se mide en sexenios— la estadística mostró una disminución de 10 puntos porcentuales, y la cifra no se ha movido en los últimos 24 meses. Y las expectativas no son halagüeñas: 57.9 por ciento de quienes respondieron la encuesta piensan que seguirá igual o empeorará.
