Hace unos días se dio a conocer el Índice de Desarrollo Democrático en México (IDD-Mex), elaborado por la Fundación Konrad Adenauer, la Confederación Patronal de la República Mexicana, El Colegio de México, el Instituto Nacional Electoral y la consultora Poli Lat. Este indicador dice que la mejor calificación del estado de México es la que corresponde a la “dimensión económica”; es decir, que si hay algo que elogiar es el hecho de que en términos económicos la entidad mexiquense marcha bien o muy bien.
Contradictoriamente, el propio estudio señala que hay pendientes en materia de pobreza.
Sí, se produce mucha riqueza en el estado de México, pero que no está equitativamente distribuida, porque siendo “la segunda economía más grande del país” tiene a 49 por ciento de su población en condición de pobreza. Lo que me lleva a la pregunta, ¿por qué 7 millones de mexiquenses son pobres, siendo el segundo estado más rico del país?
La respuesta es sencilla: hay desigualdad en la distribución de la riqueza. Unos pocos tienen muchísimo y una gran mayoría tiene muy poco.
El Índice de Desarrollo Democrático en México plantea muchos retos para el estado de México, entre ellos el que se refiere a la seguridad, puesto que en 2015 “fue el estado con la tasa más alta de víctimas y de incidencia delictiva… en cuanto a la tasa de delitos registró lo doble frente al promedio nacional… (y) también es la entidad con mayor cantidad de extorsiones registradas; la mayor con cantidad de homicidios; y la segunda con mayor cantidad de secuestros”.
Pero el reto fundamental se refiere al equilibrio en el desarrollo. A generar condiciones para que los 7 millones de pobres dejen de serlo. Pero no con dádivas o subsidios emanados de los programas sociales, sino con leyes y políticas públicas que generen condiciones reales para el desarrollo y la igualdad. Y eso es más difícil que responder ¿por qué 7 millones de mexiquenses son pobres?