Uno de los términos presuntuoso que escuchamos en la actualidad es el de “educación financiera”. Y este tiene su razón de ser en un proceso de aprender y comprender cómo gestionar eficazmente nuestros recursos económicos y tomar decisiones informadas. Incluye conocimientos sobre presupuestación, inversión, ahorro, gestión de deudas y planificación para el futuro.
Esto aplica, se supone, para familias y hogares, emprendedores, trabajadores y profesionales, pensionados y jubilados, estudiantes y personas con deudas. Tendríamos que crear y por tanto, atender a un presupuesto de control de ingresos y gastos, identificar áreas de ahorro y evitar el endeudamiento innecesario y en caso se tenerlo, pagarlo. Por otro lado, planear los ingresos de la jubilación y adquirir seguros de salud, vida, auto. Sin embargo, la realidad dicta que no es que no sepamos que algo así debe hacerse o que no queramos hacerlo; el tema es que sabemos que el salario apenas alcanza para alimentos, vivienda y transporte y en consecuencia, nos concentramos más en el día a día que en aprender sobre la gestión financiera.
Así pues pensar en “estirar” el dinero del mes, ahorrar y pagar deudas es casi imposible en los 13 mil 300 del mes que se tienen como ingreso promedio mensual en México en este 2024, según el INEGI. En otros términos, lo que más nos importa no es la educación financiera sino asegurar la estabilidad y continuidad de nuestra fuente de ingresos.
