Me pregunto hoy si tenemos que resucitar a Antonio López de Santa Anna, a Juan Escutia, a Porfirio Díaz o a Pancho Villa. A todos juntos o por separado, para ver quién es más útil para afrontar la verborrea desafiante del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.
Santa Anna le hizo la vida de cuadritos a los texanos, que respaldados por el gobierno estadunidense se separaron de México. A Juan Escutia la historia le concede haber tenido el gesto de impedir que se mancillara la bandera nacional durante la invasión estadunidense de 1847. A Porfirio Díaz haber rivalizado con nuestros vecinos del norte y voltear a Inglaterra, Francia y Alemania para conseguir el desarrollo nacional. Y Pancho Villa… pues Doroteo Arango ha sido el único cabecilla militar que ha logrado invadir Estados Unidos, en aquel raid de Columbus, Texas, en 1916.
Aunque la verdad es que no creo que ninguno nos resulte de utilidad en este momento. Pienso más en un fajador de campeonato como El Puas Olivares o Ricardo El Finito López. Hasta creo que la filosofía del genial ciclista de San Salvador Tizatlali, municipio de Metepec, Porfirio Remigio, nos ayuda más.
El presidente de la república ha hecho bien en cancelar el viaje para entrevistarse con Donald Trump. No se puede ir a negociar con quien lanza trompadas contra México.
Así como la Unión Soviética fue el enemigo de los Estados Unidos, y luego aparecieron Libia, Irán, Irak, Afganistán, así parece que hoy la república mexicana es el adversario que necesita el gobierno de la Unión Americana. Pero el presidente no puede enredarse en la bandera y tirarse de la torre del Castillo de Chapultepec: lo necesitamos sereno frente al bravucón, porque apenas comienzan cuatro años de la era Trump y cualquier paso en falso nos puede costar el maltrato y la afrenta continua.
Así, entre nuestros héroes es mejor recurrir a Kalimán…